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El Derecho a la ciudad y la función social del metro cuadrado.

Por Magdalena Rodríguez Abad, abogada inmobiliaria.

Desde hace más de 7.500 años antes de cristo, con el abandono de la vida nómade por parte del humano y, el asentamiento de tribus compartiendo el mismo lugar geográfico, se comienza a formar el concepto de lo que hoy conocemos como ciudades. Si ellas hablaran, probablemente Babilonia nos aconsejaría construir una ciudad murallada a las orillas del río, con muchos jardines colgantes. Atenas, tal vez instruiría en construir templos de adoración en los partes más altas de las ciudades, dejando los valles para cultivos, y tal vez, París exigiría elegancia y arte por todos los rincones de la ciudad. El hecho es, que sin importar el tiempo en que nos encontremos, pareciera que cada ciudad tiene una voz propia. Es la esencia propia del lugar, que hereda las visiones y exigencias de quienes viven en ellas.



Llama entonces la atención que siendo tan antiguas las ciudades, no haya sido sino hasta 1968, a manos del francés Henry Lefebvre, que la humanidad comenzó a acuñar el termino derecho a la ciudad, para referirse a ese derecho de crear una ciudad que responda a las necesidades propias de ésta. “Este derecho es por tanto mucho más que un derecho de acceso individual o colectivo a los recursos que esta almacena o protege; es un derecho a cambiar y reinventar la ciudad de acuerdo con nuestros deseos. Es, además, un derecho a la reinvención de la ciudad, que depende inevitablemente del ejercicio de un poder colectivo sobre el proceso de urbanización. La libertad para hacer y rehacernos a nosotros mismos y a nuestras ciudades es, uno de los más preciosos, pero más descuidados de nuestros derechos humanos”, Indica David Harvey (1) .


Según Robert Park, destacado sociólogo urbano, la ciudad “es el intento más coherente y en general más logrado del hombre por rehacer el mundo en el que vive de acuerdo con sus deseos más profundos. Pero si la ciudad es el mundo creado por el hombre, también es el mundo en el que está desde entonces condenado a vivir. Así pues, indirectamente y sin ninguna conciencia clara de la naturaleza de su tarea, al crear la ciudad el hombre se ha recreado a sí mismo (2).


En este derecho, el ciudadano que se desenvuelve en un entorno geográfico específico cobra mucho protagonismo. Será él, quién tendrá toda la responsabilidad de plasmar su visión en la ciudad. De ahí la importancia de contar con herramientas efectivas, que le permitan ejercer su derecho, como también es necesario contar con los incentivos adecuados, de forma que el compromiso hacia la ciudad no se transforme en una carga. Este, es un trabajo que se debe realizar en conjunto con el sector público y privado, ejemplo, incentivar a las municipalidades para que expropien lotes para el exclusivo disfrute de sus vecinos. En contraposición, los privados, también podrían también ceder metros cuadrados para la realización de recintos destinados al goce de quienes viven en la cercanía. Que se desarrollara también la posibilidad de participar en la plusvalía del suelo, sería muy interesante de potenciar en nuestro país.


Un caso de empoderamiento ciudadano destacable es Holanda y sus bicicletas. Durante el año 1971 se produjo un aumento significativo de muertes por accidentes de tráfico. Llegaron a contar 3.300 muertes, de las cuales, más de 400 eran niños. Ello motivó el surgimiento de distintos movimientos sociales, como el Stop de Kindermoord, compuesta por diversos activistas que buscaban proteger a los niños de los automóviles. Inicialmente este grupo cerraba las calles para que los niños pudieran jugar en ellas de forma segura. Con el tiempo, este movimiento comenzó a recibir apoyo del gobierno y se promulgaron muchas medidas destinadas a proteger a las bicicletas. Se modificaron inclusive los instrumentos de planificación territorial para favorecer a las bicicletas por sobre los autos, con la creación de muchos kilómetros de ciclovías de alto estándar. Hoy, tras casi 50 años del surgimiento de este movimiento, Holanda se ha transformado en el paraíso de las bicicletas como medio de transporte, teniendo todo un país adaptado a las exigencias sociales de ciudadanos que en una época, ejercieron su derecho a la ciudad y resolvieron su problema.




En el caso de Chile el enfoque está todavía centrado en el derecho a la vivienda. Aún no hemos dado el salto a empoderar a la ciudad como tal como un “sujeto de derechos”. Todavía tenemos problemas asociados a la vivienda, partiendo por la existencia de 800 campamentos, de los cuales algunos no cuentan con agua potable.


Se suma a ello que la política habitacional en este país está sustentada en base al subsidio, entregando la construcción de las viviendas exclusivamente al sector privado. Recién el año 2019 se comenzaron a escuchar iniciativas sociales a manos de las municipalidades abogando por la creación de una inmobiliaria popular, como es el caso de Recoleta, que solicitó a MINVU un aporte por vía de subsidio para llevar a cabo su proyecto habitacional.

Iniciativas como éstas son esenciales en Chile, por cuanto es uno de los países más desiguales en términos de distribución de riqueza, y que pese a todo el desarrollo que ha tenido estas últimas décadas, aún no ha podido asegurar condiciones básicas para el desarrollo de un individuo, como por ejemplo el acceso universal al agua potable.


Ahora bien, desde Octubre del 2019 se comenzó a vivir un proceso muy interesante en torno al empoderamiento ciudadano, del cual se espera que la reflexión en torno a temas sociales de vivienda, avance hacia el derecho de vivir dignamente en la ciudad, generando un hábitat que facilite las relaciones sociales y asegure el bienestar colectivo de los habitantes, la producción y gestión social del hábitat.


Para ello es necesario fortalecer las administraciones públicas a escala local, además de tener presente la función social de la propiedad y de la ciudad, siendo predominante el bien común sobre el derecho individual de propiedad, lo que implica también centrar la discusión en el uso sustentable del medio ambiente. Es una invitación a entender que somos un todo y que no puede avanzarse de forma individualista, ya que ello trae repercusiones y nuestro deber como especie humana es evolucionar conscientemente, transformando el hábitat donde vivimos en un ambiente en el cual todos tengan cabida.





1) David Harvey , Rebel cities, from the right to the city to the urban revolution, British Library, 2012, p20. 2) Robert Park, On Social Control and Collective Behavior, Chicago University Press, 1967, p3.

1 commentaire


urbanproyecto
06 juil. 2020

En esencia el ambiente es fundamental en la formación de la sociedad, grupos, personas, individuos. "La estructura estructurante", excelente escrito sobre la ciudad y nuestros derechos...

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